domingo, 13 de noviembre de 2016

Crónicas de un Perro Callejero

Hace años estaba vagando por las calles, todo estaba muy oscuro, hacía mucho frío.
¿Por qué estoy solo? Desde que tengo memoria ha sido así... ¿Por qué hay otros perros en casa cálidas? Tienen personas que los quieren, les dan comida y cariño, parecen felices, juegan con ellos.
En cambio yo sólo camino sin rumbo fijo, algunas personas por lástima se paran, me dan algunas sobras para comer, pero no se atreven a tocarme, ¿me tienen miedo o simple asco? No lo sé.
Me voy con otros perros como yo, o no lo sé con certeza. Siempre buscan pelarse y comen de sitios muy raros, los días pasan, es siempre lo mismo, peleas y comida muy rara, esto no me llena, pero los otros parecen estar bien con esta vida.
Yo sigo sumido en la oscuridad y no veo nada claro, siento que voy a estar así siempre, no tengo ganas de nada, sólo siento a esperar que todo acabe.
Pero un día apareció, vi una persona a lo lejos que parecía ser distinta a los demás. Yo no me fiaba, ya había tenido contacto con humanos y no había acabado nunca bien, no quería saber nada de ellos, sólo los usaba. Pero esta persona era diferente, tenía algo.
Un día se acercó a mí, parecía muy amable, pero me costaba confiar. De todos modos, no podía alejarme, los días pasaban...
Me puso un nombre, me daba de comer siempre y hasta me acariciaba el pelo, me daba mimos pese a estar muy sucio. Sin quererlo ya empecé a confiar.
Me lavó, me puso un collar y estuvo siempre conmigo, no se separaba. Me sacó de la oscuridad, al fin vi la luz, ya era feliz, sentía que valía algo, que era alguien, ya no quería esperar, ahora quería vivir.
No estaba acostumbrado a esto y me daba miedo, es cierto que a veces no se portaba bien conmigo, pero yo era igual, no sabía cómo debía actuar, todo era muy nuevo para mí.
Parece que yo también era el primer perro que tenía y por eso a veces tampoco medía sus acciones, pero al fin y al cabo éramos felices.
Pasaron algunos años y un día los paseos tranquilos se convirtieron en paseos en coche, esa cosa iba muy rápida, me daba mucho miedo. Confiaba en todo momento, pero ya había oído hablar de ese sitio, la perrera. Sé que ahí llevan a los perros que los dueños ya no quieren o no pueden ocuparse de ellos.
Me agobié, pensaba que iba a llevar a allí y me puse muy nervioso. Empecé a ladrar, mordí a esa persona y salté por la ventana asustado. Corrí y corrí lejos. ¿Cómo podía hacerme eso? Yo era feliz.
Me buscó y buscó, pero yo estaba enfadado, si se acercaba, ladraba, no quería saber nada.
En el fondo quería correr y lamerle la cara, estar bien de nuevo, pero no controlaba mis sentimientos.
Estuvo muchos días buscándome, y yo actuaba igual. Un día le vi jugando con otro perro, estaba lleno de cólera, ¿para eso quería llevarme a la perrera? ¿O acaso yo me había equivocado y sólo íbamos a un sitio nuevo y mejor?
No lo sé, en ese momento me daba igual, estaba muy enfadado y celoso, se suponía que yo era su perro, en cuánto vi a esa persona jugando fui corriendo hacia ella y le mordí con todas mis fuerzas, estaba dolido, estaba roto por dentro, el dolor me consumía y estallé de ira. Después de eso salí huyendo.
Pasaron los días y no podía olvidarme, me había equivocado en todo. No debí morder ni ser así, había vuelto a la oscuridad, a vagar, había vuelto al sitio donde había huido, sólo quería volver junto a esa persona.
Fui fiel a esa persona y esperé, cuando mordí pensé que todo se solucionaría con unos lametones y mimos y seguí esperando sin hacer nada, pensé que volvería, confiaba en eso.
Pero nada, el coche no volvía, ¿no va a volver? Tengo miedo.
Un día volvió, pero había alguien más, era el perro de la otra vez, espera, ¿eso es lo que llaman perro "de raza"? Desde luego es más grande y fuerte que yo.
No me mira, está jugando con él, está haciendo todo lo que hacía conmigo. ¿No se da cuenta que estoy aquí? ¿Me ha cambiado?
Tengo que acercarme, pedir perdón.
Y lo hice, no me ha rechazado ni parece haber enfado. Ha estado un tiempo viniendo a verme, me daba comida y jugaba conmigo, pero no me lleva de vuelta, en el coche no hay sitio para mí. Tampoco parece que quiera hacerme hueco, el otro asiento lo ocupa ese perro, no hay sitio para mí.
Estuve mucho tiempo pensando que me había abandonado en la cuneta, pero fui yo el que salté.
Estuve ilusionado de que volviera, fiel a esa persona, sin fijarme en nadie, sin querer a nadie, esa persona era todo, no quería otro dueño y sigo sin quererlo.
Me he equivocado, me equivoqué. Parece que ya se ha olvidado de mí, ¿por qué fui tan estúpido? ¿Por qué no supe portarme? No valoré lo que tenía y ahora vuelvo a vagar en la oscuridad, sin ganas de nada, sin un rumbo, sin un futuro ni destino.
Si no estoy con esa persona me siento así, pero si me acerco, la veo con el otro perro y el dolor me consume. Quiero esos tiempos de luz otra vez, ojalá volviesen, me acostumbre a ellos y pensé que nunca pasaría nada, que podía pasar cualquier cosas que se solucionaría todo solo, sin hacer nada...
Ya ha pasado un año desde que di ese mordisco, he luchado y aguantado pero la esperanza es cada vez más débil y se va a apagando... La oscuridad me ha vuelto a consumir casi por completo...
Sólo quedaría fabricarme una coraza que no dejara entrar ni salir nada, ser un vivo sin alma, sin corazón.
No poder sentir, sentarme y esperar, esperar a perecer, pues no quiero vivir más así, nada tiene sentido...
Fui muy iluso, me confié demasiado ¿quién iba a querer a un sucio chucho callejero?