sábado, 23 de octubre de 2010

Mi rosa...



Recuerdo cuando en mi oscuro prado llovía, y te contemplé, las gotas de lluvia se deslizaban por tu pétalos. Te recogí cuidadosamente, era feliz. Prometí cuidarte. Lo hice lo mejor posible. En mis pesadillas, eras la luz que me permitía escapar. Te llevaba a todos lados, compartí todos mis momentos felices contigo. Pero el resplandor que me dabas se iba apagando, algunos bichos, te devoraban y no pude contrarrestarlos, cuando te acariciaba mis zarpas arañaban tu superficie, tus espinas empezaron a crecer con más fuerza, yo también salía lastimado. En más de una ocasión una de tus espinas atravesaron este corazón, descosiendo las heridas, y junto a las heridas, los fallos que cometí en antaño resurgían. Reviví mis fallos y no me daba cuenta, cada vez mi voz se convertía en gritos indescriptibles. La voz que te hacía crecer con furor, te hizo marchitar, te perdía poco a poco, me daba cuenta pero no conseguía volver atrás, intenté revivirte y casi lo consigo pero volví a fracasar. Tus pétalos iban cayendo uno a uno, esta bestia no pudo tratarte como merecías. Ahora me lamento, mis lágrimas no curarán, las lágrimas derramadas no servirán de nada, pero es algo que no lograré controlar. Eres mi esperanza y te he acabado rompiendo, te he perdido. Quizás algún día renazcas y puedas darme la oportunidad de volver a cuidarte. En mi oscuro mundo de tonos grises, tu rojo intenso, me hacía ver la esperanza que aun quedaba. Pero ese rojo se iba apagando, fui estúpido, era sencillo cuidar y mantener la esperanza y no pude conseguirlo. Al principio te guardé en un recipiente de cristal del cuál no salías, estabas protegida. Pero me confié, pensé que aunque te sacase no te marchitarías, creí que mi presencia no te causaría daño. Pero se ve que fuera del cristal no he sabido cuidarte.
Mi rosa, esta bestia ha disfrutado de cada momento junto a ti. Se tomó un descanso de luchas y desilusiones. Empezó a vivir la recompensa a tantas malas experiencias, pero no he podido, no te cuidé bien al final. Pero esta bestia va a ser castigada. Las malas palabras que hicieron que cayeses, le pasarán facturas, pero no las tengas en cuenta. Las palabras de una bestia cabreada, no son verdad.
Mi rosa, gracias por todo, me hiciste levantar la cabeza, ver más allá, este mundo de sombras a veces tiene haces de luz, como tú. Si alguna vez volvieses a aparecer en mi jardín, te protegería de los insectos y de todo, ni en mis más extremos estados volvería ha gritarte nada...
Siento no haberte cuidado como merecías.
Te amo.

Bestia.